La Fundación Caja de Burgos acoge en la Casa del Cordón la exposición 'De hombres y mitos. Sacrificio y ritual precolombino'

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 11 de junio, exhibe 235 piezas arqueológicas de las principales culturas de la América prehispana procedentes de la colección de Roberto Pérez Trespalacios

[16/03/2017]

La sala de exposiciones de la Casa del Cordón acoge desde hoy y hasta el próximo 11 de junio la muestra De hombres y mitos. Sacrificio y ritual precolombino, compuesta por 235 obras, en su mayor parte de cerámica, piezas arqueológicas de las principales culturas prehispanas, desde los tempranos periodos formativos de hace más de 4000 años hasta llegar al esplendor de los grandes imperios inca y azteca.

Los fondos recopilados por Roberto Pérez Trespalacios, investigador del arte y la cultura precolombina y propietario de la colección que se muestra en Cultural Cordón, propician un recorrido por más de cuarenta culturas diferentes, desde los grupos del occidente de México, que sorprenden con un arte lleno de vitalidad, expresión de un gran amor por la vida, hasta las tumbas de Moche, donde los mejores ceramistas del Perú antiguo dejaron testimonio de una sociedad jerarquizada, con señoríos comandados por autoridades religioso-militares.

Este viaje por el arte funerario precolombino se realiza en compañía de implacables divinidades, venus de la fertilidad, cortadores de cabezas, guerreros, chamanes, animales totémicos, sacrificios humanos, escenas sexuales ceremoniales y mitos que reflejaron su particular concepción del mundo, destacando la asombrosa expresividad, perfección y realismo de las obras expuestas.

El contenido de la exposición. Las obras mostradas en la exposición pertenecen a los tres períodos en los que por norma se divide el arte precolombino: Preclásico, Clásico y Postclásico, en un marco cronológico que abarca desde el año 3000 a. C. hasta el 1500 d. C. Están además representadas las principales culturas y regiones: el arte olmeca en Mesoamérica y el arte de Chavín de Huantar en Perú, para el periodo Preclásico; el arte de Teotihuacán, el de los mayas de las tierras bajas del Petén y el de los pueblos de la costa peruana, para el periodo Clásico; y finalmente, las artes de los imperios militaristas incas y aztecas, o el de las ultimas ciudades mayas de Yucatán para el periodo Postclásico.

En suma, la exposición reúne, clasifica e interpreta un numero mayoritario de obras de estas principales áreas culturales, las más civilizadas de la América prehispánica, pero también muestra objetos de la llamada área intermedia y de los Andes meridionales, donde no hubo grandes unidades políticas ni religiosas, pero sí obras artísticamente destacables.

Los argumentos de la exposición. El arte precolombino interpretó la realidad como un complejo ciclo de retornos: de la misma forma en que siempre retornan las estaciones, los seres humanos nacían, vivían, morían y pasaban al mundo subterráneo desde donde la vida volvía a nacer. Estos ciclos serían posibles porque las fuerzas que animan el mundo estarían en constante movimiento; fuerzas opuestas pero complementarias a la vez. Es por eso por lo que en el centro de la cosmovisión precolombina está el concepto de dualidad.

Existirían tres mundos con sus correspondientes interacciones: el cielo, de donde cae la lluvia; la tierra, donde vivimos y trabajamos los seres humanos; y el subsuelo, donde van los muertos y de donde emergen los alimentos de la tierra. Para mantener este ciclo de interacciones, se pedirían favores a las divinidades relacionadas con la lluvia y se realizaron sacrificios y ofrendas propiciatorias. Los humanos entregan ofrendas a los muertos que habitan el subsuelo y estos responden fertilizando la tierra, de la misma manera en que los ancestros fertilizaron a la Madre Tierra en un tiempo inicial en el que dio comienzo la vida. En este contexto debemos entender el significado de los sacrificios de sangre, la mutilación o las decapitaciones rituales; costumbres perfectamente documentadas en sus cerámicas escultóricas y de las cuales se presentan presentamos valiosos ejemplos en esta exposición.

De igual modo y dentro de un mismo entorno ceremonial, documentamos una buena colección de vasijas de contenido sexual: actos de cópula, sodomía, felación y masturbación, donde participan indistintamente los vivos y los muertos, en otro intercambio de fluidos vitales con el que atraer la fecundidad de la especie y la fertilidad del campo. A partir de esta primitiva interpretación de una sociedad que debe contribuir con su propio sacrificio, a fin de mantener su ciclo vital, nacerán los primeros centros ceremoniales, dirigidos por poderosas castas sacerdotales. De estos centros surgirán las primeras ciudades, y del contacto de estas nacerán una sucesión de imperios y culturas con un altísimo grado de desarrollo.

Capítulos y secciones

LA DIVINIDAD Y EL MITOLa representación de los diferentes habitantes del mundo supraterrenal y del mundo terrestre se ejemplifica en esta sección con un conjunto de obras de fuerte significado simbólico. Águilas o lechuzas como alegoría del cielo; felinos y pumas como emblema del poder religioso y político; perros y monos como imagen del inframundo conviven en este capítulo con la personificación de AiApaec, el supremo dios mochica y Naymlap el hombre-pájaro divinizado.

ARQUITECTURA PARA LA VIDA. ARQUITECTURA PARA LA MUERTE

 Las cerámicas con significado ceremonial y funerario presentan con frecuencia en el arte precolombino formas de vasija, ligadas a ritos de libación y a la quema de inciensos purificadores. Se trata de modelos arquitectónicos que evocan templos primitivos y espacios para el trance, pero también se resuelven con formas antropomorfas para encarnar a sus principales moradores. En una sociedad cuyo arte persigue por encima de todo la trascendencia, la representación del poder (religioso, político y militar) aparece vinculada a los entornos funerarios y los espacios destinados al sacrificio ceremonial. Los juegos de pelota, son este sentido, una elaborada analogía de los espacios rituales, del sacrificio humano y de la jerarquía social común a muchos pueblos de Mesoamérica.

LA REPRESENTACIÓN FEMENINA Y LOS RITOS DE FERTILIDAD

 El lugar que ocupa la mujer en las sociedades precolombinas, su estatus y las funciones que le son atribuidas como madre y esposa, contrasta con la relevancia simbólica de su representación. Las "mujeres bonitas" de abultados vientres y atributos sexuales marcados, además de servir para el culto a la fertilidad de la tierra, ejemplifican también la elevada posición jerárquica de sus protagonistas. Una de las representaciones más relevantes de este arte se relaciona con la veneración dispensada a las mujeres fallecidas durante el parto, entendida como el más alto sacrificio otorgado a la comunidad.

EL CHAMÁN Y LA TRANSFIGURACIÓN

 Uno de los aspectos más llamativos de la cultura precolombina se relaciona con la capacidad de algunos individuos, cuyos poderes extrasensoriales garantizaban la mediación entre los hombres y cuanto acontecimiento le resultaba inexplicable. Las hermosas figuras de chamanes en trance, metamorfoseando en otros seres como pájaros, lagartos y arpías, se complementan con cerámicas rituales donde se representan visiones mágicas sintetizadas en bellos dibujos geométricos, o estilizaciones de ciertas plantas, como el cactus.




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