El pasado lunes realizamos una emocionante ruta del arte gótico por Burgos, con nuestros alumnos de 4º de primaria. Durante la mañana, recorrimos tres lugares impresionantes que nos ayudaron a conocer mejor cómo era la vida, la fe y el arte en la Edad Media. ¡Y lo hicimos caminando por las propias calles de nuestra ciudad!
1. Iglesia de San Esteban – Museo del Retablo
Comenzamos nuestra ruta en la antigua Iglesia de San Esteban, que hoy en día es el Museo del Retablo. Allí nos sorprendieron los colores, detalles y tamaños de los retablos góticos y renacentistas, auténticas obras de arte talladas en madera y doradas con pan de oro. Aprendimos que los retablos servían para enseñar historias de la Biblia cuando no todos sabían leer, ¡como un gran cómic sagrado!
2. Iglesia de San Nicolás de Bari
Nuestra segunda parada fue la Iglesia de San Nicolás de Bari, muy cerca de la catedral. Allí nos explicaron cómo los artistas trabajaban la piedra casi como si fuera madera, creando escenas llenas de personajes y símbolos. También nos contaron la historia de “San Nicolás de Bari” y su relación con Papá Noel.
3. La Catedral de Burgos
La siguiente parada fue la Catedral de Burgos, la joya del gótico español. Observamos sus puertas principales (como la Puerta del Sarmental o la del Perdón), repletas de esculturas que cuentan historias bíblicas. Dentro, vivimos uno de los momentos más esperados: conocimos al Papamoscas, el famoso autómata que abre la boca al dar las horas, y a su compañero, el Martinillo, que toca la campana.
Los niños estaban entusiasmados y contaban los segundos esperando que se movieran, ya que muchos no lo habían visto nunca.
Durante toda la ruta, los alumnos participaron con preguntas, juegos de observación y pequeñas actividades de dibujo. Fue una forma divertida y educativa de aprender sobre el arte gótico y la historia de Burgos. Descubrieron que el gótico no es solo un estilo arquitectónico, sino una forma de contar historias con piedra, luz y color.
Al finalizar, entramos en el teatro principal, donde jugamos a una especie de juego de la oca, pero en lugar de ocas había “Martinillos”. Cada vez que la ficha caía en uno de los martinillos había que responder a las preguntas que nos iba haciendo la monitora y así demostrar todo lo que habíamos aprendido.
Sin duda, una ruta educativa que une historia, arte y emoción, perfecta para aprender fuera del aula.




